domingo, abril 29, 2007

Buscando la Vertiente





















La tarde se consumía lentamente, hacía ya unas horas que caminabamos entre las piedras antropomórficas de rostros duros pero no por eso menos expresivos, mostraban eternamente sus caras de viejos sabios, pensativos algunos, arrugados y amargados otros. Los árboles tabién reclamaban su vitalidad y extendían sus ramas hacia el cielo de donde se colaban los rayos del sol. La tarde era intensa en olores, sombras y formas, después de caminar un buen rato siguiendo un arroyo fresco nos encontramos con una montaña que se tragaba su curso, desde el lugar que veníamos nosotros, porque en realidad de ella brotaba el hilo de agua que se convertiría en el río que perseguíamos.Descubrimos que de la montaña manaba una pequeña cascada y más adentro se podía ver que continuaba hacia adentro de las rocas, por donde veíamos haces de luz entrecruzados que daban sobre el verde húmedo que acompañaba a la piedra. La curiosidad por esa cueva interna y natural fue irresistible, ella no quiso entrar, y yo decidí entrar por el espacio que se abría por encima de la caída de agua. No había mucho lugar para pasar pero apenas acomodé mis piernas bajé y quedé roodeado de un aire a la vez puro pero espeso. No se veía nada, pero de a poco fui tanteando entre relieves de las sombras y los que aparecían al tacto, por momentos la roca que acababa en punta cerrando el paso estaba indicando a su vécina que siguiendola con la mano mostraba un hueco por donde seguro se podría pasar trepando un poco. Entonces la roca se volvió por momentos más solida y más firme y pude avanzar por una especie de pasillo, y de repente apareció una ventana que tuve subir para seguir avanzando. Otro pasillo, pero en el medio de éste el agua corría en mi dirección contraria, lo cual me indicaba que seguía llendo río arriba. El aire se volvía cada vez más húmedo y vegetal entre las piedras sudadas de gotas frescas y brillantes en medio de la oscuridad. Cuando miré el agua que se iba pude ver una franja de luz de sol, quería saber a dónde me llevaba y la seguí. Cuando me asomé por el huequito por donde entraba se veían las hojas y las ramas de algunos árboles pero que estaban a una altura bien distinta y al mirar al frente me dí cuenta de que había llegado al mismo lugar de donde había comenzado. Volví esta vez por el pasillo con agua, siguiéndola hasta que el paso se cerraba una vez más por una roca atravezada por donde podía asomar la mano y se podía ver el otro lado de la montaña y respìrar otro aire menos denso. Volví hasta la ventana que me llevó a ese lugar y seguí por encima de las rocas más oscuras y de más abajo, adivinando los pasos y apoyando las manos contra las paredes tuve al rato un espacio de cielo abierto ante mis ojos. Apoyé mi pié en la piedra, asomé la cabeza, pegué un salto y ya estaba parado del otro lado, respirando viento, y encntado por la cima del lugar, se podían ver los valles, el río que seguíamos y ciega de sol, sentada sobre una piedra mi compañera más allá.

jueves, abril 05, 2007

LABERINTO/4

SOLEDAD
No puedo pensar más es cierto, y mucho menos cuando llego a la conclusión de la que siempre escapé, pero a la cual siempre acabo por llegar: la soledad y sus caminos. Sus caminos que me encierran una y otra vez, esté donde esté y vaya por donde vaya. Me persigue, por más que corra ella me deja ventaja, me deja pasar corriendo a su lado, que me burle de ella, descansa, me ve pasar y sonríe con desprecio, con la mirada rencorosa del vengador y cuando hay entre nosotros una prudencial distancia se levanta, estira sus fibras y en un abrir y cerrar de ojos corre hasta mí, pega un salto sobre mis caderas, resbala ante mis pies, abrazándolos bien fuerte y ve con gusto mi cuerpo caer. Ahora ahí me encuentro, escribiendo que es lo único que me deja hacer en paz, y lo hace por gusto y por puro placer, porque a esta señora soledad le gusta verme inmóvil, y por eso disfruta tanto el camino de mis letras, porque en ellas a pesar de haber historias, sólo hay una quietud real. Levanto la vista y veo de nuevo el cóndor en pleno vuelo:

Alabanza al Cóndor
Alabado cóndor alado que por alturas andas
No dejo de admirar tus alas pasar
La inmensidad de tu sombra sombría y señorial
En el vuelo agudo de tu eterna oscuridad
Entregado al abismo entre nubes y cielos
Solitario que tú sólo conoces
Vistes ríos, cerros, senderos, montañas y mar
Entre ellos aire es aliento, inspiración y camino
La tierra es para ti el alimento y nada más
Y entregas los mortales a tus criaturas y su hogar
No dejes nunca el vuelo del viento que aspiras
Porque la tierra avarienta espera ver tus alas caer
¡Que por los siglos invada mi alma tu eterna paz,
la sabiduría y la eternidad negra de tus ojos,
la voracidad y el silencio firme de tu bocaza,
la soltura y la firmeza precisa de tus garfios,
la seguridad y la dirección pelada de tu cabeza,
la corriente y la vitalidad rojienta de tu sangre,
la fortaleza y la docilidad gigante de tus alas!
¡Sea por siempre tuya mi alma y mi andar
cóndor alabado que veo al pasar!






miércoles, abril 04, 2007