martes, octubre 03, 2006

...sierras calientes...

CONDENADO

Pasaron ya un año y varios meses de esta historia, y puedo decirles que de todas las que he conocido esta debe ser de todas la peor prisión: prisión de la mente o de lamente, como quiera usted. No veo con claridad el hilo conductor de las causas que me llevaron a este lugar, sólo poseo vagos recuerdos de imágenes, sonidos y rostros que me acompañan hasta el día de hoy y me preguntan, dicen y desdicen. Lo cierto es que después de haber transitado los campos universitarios y cruzar las vías pude sentir el cambio de ritmo en el andar, los pasos se volvieron más presurosos y no por eso necesariamente más seguros. Sin embargo, me queda aún la sensación de haber caminado por un largo rato solo, lentamente, preguntándome si acaso venía solo, quizás por haber caminado en varias ocasiones el mismo camino acompañado por amigos, compañeros o alguna mujer. En este caso quizás todos ellos estaban ahí, juntos, fundidos unos contra otros, mezclándose, confundiéndose y confundiéndome ¿habrá sido la lluvia? No sé, de igual modo arrojé al aire el ladrillo hueco que encontré en la vereda. ¿Violencia? De nada me sirvió y de nada me liberó. Seguía sólo, el estallido me acompañó sólo por un instante tan efímero como efímeras eran mis certezas y los recuerdos que relampaguean en mi mente. Desenfrenos, brotes de rabia, besos ardientes, luces intensas, movimientos felinos, aullidos, mentiras, gritos, placer. ¿El infierno está encantador esta noche? No en ésta al menos. ¿Las veredas que precedían a mi casa parecían los pasillos que debía atravesar para llegar a mi terrible pabellón o los pasillos que precedían al pabellón parecían ser las veredas que debía atravesar para llegar a mi terrible casa?