miércoles, junio 10, 2009

El barro que la ocultaba

Ahora se levanta
Las cadenas que la ataban,
Ahora delgadas hilachas,
Se desgarran
El sueño
Recién comienza
La poesía frustrada de los metafísicos
Chupa un huevo
El arma está cargada
Y oscurece con la muerte de otro día
De otro día más
Desaparece la luz
Aparece una sombra
Entre todas las sombras
“La oscuridad es otro sol”
Reza y despierta
Un alma negra
Resplandeciente como un fulgor
Como la llama de sus ojos
Quema el tiempo
(pasado pesada pesadilla)
Angustia a la misma nada
Ya no hay dolor
La fiera despierta
Nadie la oye
Nadie la ve
Ser de la noche
Ser de las tinieblas
¿Luzbel?
Ja ...
Nunca pregunté
Tu nombre
¿Muerte?
¿Otra vez vos?
¡¡¡Puta cobarde!!!
Los ojos de la fiera estallan
Como Bagdad
Dueña y Señora
Soberana
Se acerca
Corre
Tambalea
La mirada al frente
El pulso descontrolado
La agitación del viaje
La sed del caminante El hambre del vagabundo
El vacío de la lejanía
Cae desnudo
El espacio y El tiempo
Chapotea en el lodo
Corre corre corre!!!

Condenado

Pasaron ya varios años y varios meses de esta historia, y puedo decirles que de todas las que he conocido esta debe ser de todas la peor prisión: prisión de la mente o de lamentar, como quiera usted. No veo con claridad el hilo conductor de las causas que me llevaron a este lugar, sólo poseo vagos recuerdos de imágenes, sonidos y rostros que me acompañan hasta el día de hoy y me preguntan, dicen y desdicen. Lo cierto es que después de haber transitado los campos pude sentir el cambio de ritmo en el andar, los pasos se volvieron más presurosos y no por eso necesariamente más seguros. Sin embargo, me queda aún la sensación de haber caminado por un largo rato, sólo, lentamente, preguntándome si acaso venía sólo, quizás por haber andado en varias ocasiones el mismo camino, quizás por los pasos que sentía detrás. Todos ellos estaban ahí, juntos, murmurando, fundidos unos contra otros, mezclándose, confundiéndose y confundiéndome ¿habrá sido la lluvia? De igual modo seguía sólo, el estallido me acompañó sólo por un instante tan efímero como efímeras eran mis certezas y los recuerdos que aún relampaguean en mi mente. Desenfrenos, brotes de rabia, besos malicias, luces intensas, movimientos felinos, aullidos, mentiras, gritos, placer, dolor. Y ahora entre las sombras me pregunto: ¿por qué los pasillos que precedían al pabellón parecían ser las veredas que debía atravesar para llegar a mi terrible hogar?
Fundido a fuego.

Bailarina Meruzca

Meruzca de Castillo Real construido por tribus milenarias. Descociendo sus poderes a ella me acerqué, quizás por su brillo, antes o después de admirarla, volaba desnuda de prohibiciones entregando placeres. Profanada sed seductora invitando a beber néctar de la copa que rebalsa para navegar en las profundidades de un mar púrpura y brillante. Desde la altura un nuevo cielo rojo se abre y absorbe profundos deseos de sirena. Maniatado se ven caer uno tras otro los marinos de la noche en la bebida fermentada reventado y envileciendo las venas de sus ojos, despotrican contra lo que ven y no pueden tener, se hunden fatalmente en su propia y absolutamente única desolación. Sin embargo, los recuerdos son eternos, al menos en los espacios ocultos, regidos por sus propias no-leyes y su anarquía emocional. Y de ellas brota el manantial que se escurre sanguíneamente inundando el cuerpo, desbordando sus límites en palabras:

Revolotea y baila.
Se mueve y conmueve.
Contagia y enloquece.
Vibra el aire y fulgurante enrojece.
Irradiación irracional de irracionalidad que con razón no llegará jamás.
Cielo rojo, sol naranja, nubes volcánicas.
Desnuda baila.
No cae ni acaba.
Contínuo movimiento.
Asenso.
Atrevimiento.
Trasgresión.
Llamas.
Peligro.
Salto.
Abismo.
Escapa.
Sigo.
Busco.
Perdido.
Por perdido
Por olvido